"Desigualdad: Una historia genética", un libro de Carles Lalueza -Fox
"Desigualdad: Una historia genética", un libro de Carles Lalueza -Fox
Hablamos con el investigador del Instituto de Biología Evolutiva y director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona Carles Lalueza-Fox, con ocasión de la publicación de su último libro, "Inequality: a genetic history”, publicado por MIT press.
En la obra, el autor ofrece una perspectiva completamente nueva sobre el tema, examinando las huellas genéticas que ha dejado la desigualdad en los seres humanos a lo largo de la historia.
Conjugando una serie de evidencias históricas y paleogenéticas, Lalueza-Fox demuestra que entender las desigualdades del pasado es clave para entender las desigualdades actuales.
Hablamos con el investigador del Instituto de Biología Evolutiva y director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona Carles Lalueza-Fox, con ocasión de la publicación de su último libro, "Inequality: a genetic history”, publicado por MIT press.
En la obra, el autor ofrece una perspectiva completamente nueva sobre el tema, examinando las huellas genéticas que ha dejado la desigualdad en los seres humanos a lo largo de la historia.
Conjugando una serie de evidencias históricas y paleogenéticas, Lalueza -Fox demuestra que entender las desigualdades del pasado es clave para entender las desigualdades actuales.
Hablemos de tu último libro: "Desigualdad: una historia genética". Abres hablando de cooperación y competición, dos fuerzas que vertebran el comportamiento humano. ¿Qué nos dice la ciencia sobre esta tensión?
Cuando miramos al pasado, se intuyen ejemplos claros de cooperación. Por ejemplo, sabemos que algunos grupos de Homo sapiens y neandertales llegaron a cruzarse y dieron lugar a híbridos aceptados por los sapiens. Sin embargo, también tenemos señales claras de episodios de violencia. Por ejemplo, en Atapuerca hay un individuo del pleistoceno superior que tiene claramente muestras de un garrotazo en la cabeza que le provocó la muerte, entre otros ejemplos presentes en el registro fósil antiguo.
Somos cooperativos, pero también competitivos, e incluso violentos.
Yo pienso que el ser humano puede entenderse perfectamente en esta contradicción, al igual que tenemos muchas otras. El ser humano puede definirse como un animal cooperativo y competitivo, y no pasa nada por el hecho de que sea una naturaleza aparentemente contradictoria.
Desde la biología evolutiva, podríamos preguntarnos si la desigualdad que se observa en las poblaciones humanas a lo largo del tiempo tiene una base biológica, como esta agresividad innata.
No lo sabemos, pero gracias a la genética ahora podemos estudiar de una forma mucho más objetiva estas cuestiones. Identificar en un yacimiento a un único individuo que ha sufrido una muerte violenta no nos informa sobre el comportamiento de una población. En cambio, ahora podemos demostrar que la desigualdad tiene una consecuencia genética que puede reseguirse tanto en la población objeto de estudio como a través de las generaciones posteriores, lo que nos permite poder estudiarla más sistemáticamente.
En el libro compartes que la desigualdad es una preocupación global urgente de nuestro tiempo.
La desigualdad es claramente un problema social del siglo XXI, pero al mismo tiempo es ampliamente aceptada. Por ejemplo, durante la pandemia, la gente más rica ha incrementado su fortuna, y muchas personas se han empobrecido, pero sin embargo no ha habido un estallido social en respuesta a la situación. Es posible que un cierto nivel de desigualdad se perciba como aceptable, siempre que sea una desigualdad justa.
¿Qué es la desigualdad justa?
"Tú eres más rico que yo, pero te lo has ganado". Es la base de la meritocracia. El problema es cuando comienzas a sospechar que tu sociedad no es una meritocracia. Eso sí puede conllevar problemas sociales...
"La gran desigualdad actual es un problema para el futuro de nuestra sociedad."
Hablamos pues de herencia y transmisión de estatus. ¿Hasta qué punto existe transmisión de la riqueza en la sociedad actual?
Te pondré un ejemplo: la probabilidad de conocer a alguien realmente rico en tu vida, para la mayoría de la gente, es bajísima. Pero, cuando conoces a alguien, casi seguro que su riqueza no es adquirida, sino heredada.
De hecho, es abrumadora la persistencia de las desigualdades en sociedades que en principio son las más igualitarias, como por ejemplo en los países escandinavos. De acuerdo con la investigación de Gregory Clark, cuando miras los apellidos de los antiguos nobles suecos, con títulos nobiliarios que desaparecieron hace 300 años, se observa que la media de los ingresos de las personas con estos apellidos es mucho más alta que la media del resto, y ocupan proporcionalmente más posiciones de poder.
La fuerte persistencia de la desigualdad indica que sigue funcionando la transmisión de la riqueza a nivel biológico: a través de las generaciones, de padres a hijos.
"La fuerte persistencia de la desigualdad en la actualidad indica que sigue funcionando la transmisión de la riqueza a nivel biológico: a través de las generaciones, de padres a hijos."
En el libro precisamente hablas de cómo se van entretejiendo a lo largo del tiempo la biología y la desigualdad a través de la transmisión de la riqueza. ¿Siempre ha sido así?
No encontramos muchos ejemplos en la naturaleza, de transmisión de herencia, pero parece un comportamiento persistente – y casi exclusivo – del ser humano.
En el pasado se establecieron mecanismos sociales que no eran nada sutiles, como las castas de la India hace más de 3000 años, y los mecanismos que no conocemos pero que genéticamente vemos que tienen lugar en la edad del bronce. Incluso en el neolítico encontramos hijos de padres consanguíneos, y esto ocurre cuando hay una clase dirigente que es tan excepcional y separada del resto que ni siquiera se puede cruzar con otros grupos, para no diluir la "pureza" dinástica.
A día de hoy, el sistema de castas está abolido.
Y sin embargo en muchos estados de la India más del 80-90% de los matrimonios tienen lugar entre personas que provienen de la misma casta. Es remarcable la persistencia del marco mental establecido en las sociedades, en cuestiones que ya no tienen un apoyo legal.
¿Qué otros mecanismos biológicos contribuyen a la desigualdad en las poblaciones actuales?
El emparejamiento selectivo: el hecho de reproducirse con personas de un status social semejante. A pesar de ser sutil, éste es un mecanismo muy efectivo que perpetúa las desigualdades. Por tanto, podemos pensar en mecanismos que se basan en la creación de estructuras muy fuertes, como el sistema de castas, pero también en otros mecanismos muy sutiles, como el emparejamiento selectivo, y en todos los casos la desigualdad deja su huella en el genoma.
Gracias a la paleogenómica, hoy sabemos que en nuestros genomas actuales persiste la herencia de sociedades que practicaron la desigualdad ya hace más de 4000 años en Europa. ¿Qué nos dicen los genes sobre la desigualdad de esa época?
Sabemos que la llegada de grupos descendientes de pastores de las estepas de Europa del Este hace entre 4.000 y 4.500 años (en la edad del bronce) supuso el reemplazo de aproximadamente el 40% de la población de la península Ibérica y casi el 100% de los hombres. No conocemos los mecanismos de cómo se implementó, pero el efecto genético es indiscutible.
¡Hablamos de un reemplazo genético muy profundo! Pero es interesante pensar en las historias personales que habrá detrás...
Cuando vemos estos grandes cambios genéticos asociados a los grandes cambios sociales, que tienen lugar durante cientos de años, debemos entender que el cambio se inicia individuo a individuo.
Por ejemplo, recuperamos en un yacimiento de Castillejo del Bonete la tumba de una pareja de ese momento de cambio, en que el hombre tiene la ancestralidad de las estepas, recién llegada y que provoca un cambio genético, y la mujer que está enterrada con él no la tiene. Estas personas son anónimas para nosotros y nunca conoceremos sus detalles personales, pero ilustran el mecanismo que estaba funcionando.
Cuando vemos grandes cambios genéticos asociados a grandes cambios sociales, que ocurren durante cientos de años, no podemos olvidar que el cambio se inicia individuo a individuo, y que detrás hay historias personales.
Las pequeñas decisiones personales acaban vertebrando de algún modo el mosaico genético a lo largo de las generaciones.
A veces cuando hablamos de poblaciones es fácil olvidarse, pero el cambio resulta más impactante cuando entras en las historias personales e intentas entender qué estaba pasando. Y son las pequeñas decisiones, las vidas de gente anónima en la mayoría de los casos, las que acabaron conformando un cambio genético mayúsculo al cabo de 400 años.
¿Qué sabemos de la organización social de esta población de las estepas?
Hablamos de sociedades patrilocales – las mujeres se desplazan para casarse –, patrilineales – la riqueza y los genes se heredan por vía paterna – y muy posiblemente patriarcales – dominadas por los hombres. Se ha identificado que cuando existe mucha desigualdad, la estructura social predominante es de este tipo.
De hecho, esto se observa ya en el neolítico, y se acentúa en la edad del bronce. Tenemos conocimiento de algunos grupos del neolítico en los que toda la comunidad se inicia con un único patriarca que se empareja y tiene hijos con cuatro mujeres diferentes, no sabemos si secuencialmente. Esto también tiene otras implicaciones. La patrilocalidad implica que las mujeres son exógamas, por tanto provienen de grupos forasteros. Pero lo que se observa es que después las hijas de estas mujeres también se marchan, porque no las encontramos en los pedigrís que reconstruimos...
"Se ha identificado que cuando existe mucha desigualdad, la estructura social predominante es patrilocal, patrilineal y patriarcal."
¿Las mujeres, madres primero e hijas después, como moneda de intercambio?
Como una forma de establecer alianzas entre clanes. Pero, claro, esto implica que sistemáticamente las mujeres viven lejos de su familia. De hecho, esto lo vemos muy claramente en los yacimientos de la edad del bronce. Las mujeres tienen hijos, pero carecen de hermanos y padres en el mismo territorio. Esto supone naturalmente que las mujeres ocupaban una posición social débil, aunque no podemos saber el grado de violencia o de coacción que todos estos movimientos implicaban.
No podemos conocer los mecanismos que operaron para sostener la desigualdad en aquella época sólo mirando los genes, pero... ¿nos podemos imaginar cómo sucedió?
Muy posiblemente de forma similar a como se observa más recientemente en la colonización de América, que también se trata en detalle en el libro. Allí llegan los "conquistadores", que tienen una ventaja militar y epidemiológica, pero que básicamente son minoritarios respecto a la población.
¿Y cómo lo hicieron aquellos colonos minoritarios para dejar su huella?
Con varios mecanismos. Por un lado, existe la sustitución de la élite, en la que el pueblo invasor conquista el territorio sustituyendo a la cúpula de poder pero manteniendo la estructura social. En el caso de la colonización europea de América, además existe un trastorno social mucho más complejo. Se fundan nuevas ciudades, las "encomiendas", y se crea de novo una sociedad más desigual.
Por lo que explicas, la desigualdad requiere de mecanismos sociales que acompañen a los cambios biológicos.
Efectivamente. Además, creo que es muy importante intentar entender las implicaciones de los hechos sociales que acompañan a los cambios biológicos. Si sólo miramos los cambios en los genes, dejamos de lado una parte de la historia, y viceversa.
"Creo que es muy importante intentar entender las implicaciones de los hechos sociales que acompañan a los cambios biológicos. Si sólo miramos los cambios en los genes, dejamos de lado una parte de la historia, y viceversa."
Hay una frase que dices en el libro: "en el futuro, podremos cuantificar la desigualdad a lo largo de la historia y evaluar por tanto las consecuencias sociales en los diferentes momentos históricos. La desigualdad pasada, está dentro de nosotros, y deberemos decidir cómo queremos enfrentarlo". Yo te pregunto: ¿crees que estamos preparados para poder leer esta memoria genómica, para releer la historia a la luz de lo que los genes tienen que decir?
Es complicado. Por ejemplo, en Europa, las grandes revoluciones sucedieron hace más de 4000 años. Sin embargo, en el continente americano el episodio de desigualdad que vemos genéticamente tiene menos de 500 años, lo que lo hace difícil de gestionar.
Dentro de la comunidad afroamericana estadounidense, los individuos tienen un 20-25% de genes europeos, donde se ve claramente que hombres blancos tuvieron hijos con mujeres afroamericanas. De alguna manera, los genes europeos "infusionaban" a la comunidad afroamericana a través de las relaciones de poder de los colonos sobre las mujeres, pero al revés no ocurría.
Si un afroamericano se hace un test genético y le sale su cromosoma masculino Y con ancestralidad de Inglaterra, el genoma mitocondrial - que transmite la madre - es Africano, y el 24% de sus genes son del norte de Europa y el resto de África, es difícil digerir la historia familiar que hay detrás.
Cuanto más lejos estemos en el tiempo, ¿más fácil será aceptar esta herencia, revisarla y, quizás, aprender de ella?
Sí, pero yo insisto en las sutiles persistencias de los mecanismos sociales. No veo que en 200 años las comunidades negra y blanca americanas se hayan mezclado completamente, aunque hayan trascendido la historia. Yo anticipo que persistirán muy separadas, a la luz de lo que sabemos hoy a través del estudio de los genomas y del comportamiento humano.
Es curioso, a veces se habla de la globalización actual como un motor para que las poblaciones se mezclen cada vez más y que las diferencias genéticas se desvanezcan.
Bueno, yo siempre he sido muy escéptico con este tipo de predicciones, que creo que no incorporan de forma completa la historia social de las poblaciones humanas, e incluso te diría que la psique. La globalización, de hecho, tampoco es tan efectiva como puede parecer.
¿Tenemos algún ejemplo en la historia?
Sí, en el Imperio Romano. Es el primer ejemplo de una globalización extrema que se extendió a toda Europa. Sin embargo, cuando el imperio colapsa los grandes núcleos de globalización, como la ciudad de Roma -que tenía una gran diversidad genética-, desaparecen, y lo que queda es el mismo sustrato genético que había en la edad del hierro en la península Ibérica, probablemente un sustrato demográficamente muy pequeño que vive en el campo y para el que los colapsos no son tan importantes.
Por tanto, las grandes ciudades pueden colapsar mucho más fácilmente, por pandemias, guerras, etcétera, y todo el mestizaje y la diversidad genética adquirida puede esfumarse de un plumazo.
"La globalización no es tan efectiva como puede parecer a la hora de mezclar a poblaciones. La historia nos ha enseñado que las grandes ciudades pueden colapsar mucho más fácilmente, por pandemias, guerras, etcétera, y todo el mestizaje y la diversidad genética adquirida puede esfumarse rápidamente."
¡Es impresionante! esto me hace pensar en la actual masificación de las grandes ciudades, y en las grandes diferencias que se han observado frente a la pandemia provocada por el COVID-19 en los núcleos urbanos respecto a las poblaciones rurales.
Las grandes ciudades, al menos en el pasado, podían colapsar por completo. En el caso de Roma, una metrópoli al nivel de la Barcelona actual, pasó de un millón de habitantes a cinco mil, en pocos cientos de años. Y en cambio, la demografía más modesta de la población rural no cambió significativamente en el mismo período.
En el libro también hablas de utopías, intentos para plantear estructuras sociales igualitarias y justas...
Cabe recordar que las que se han planteado hasta ahora, a pesar de ser racionales y objetivas, tienen en términos generales un dominio sobre la mujer sorprendente. En muchas de estas fantasías las mujeres están socialmente controladas, o se las comparte entre todos los hombres, y tienen una finalidad meramente reproductiva.
Tienen poco de utópicos, estos planteamientos...
En mi opinión, una utopía no puede ser tal si al menos la mitad de la sociedad, las mujeres, están sometidas como parte de la ecuación. En cualquier caso, las utopías nos recuerdan que no es fácil realizar un planteamiento racional para eliminar la desigualdad.
"Cabe recordar que las utopías que se han planteado hasta ahora, pese a querer ser racionales y objetivas, tienen en términos generales un dominio sobre la mujer sorprendente. En cualquier caso, las utopías nos recuerdan que no es fácil realizar un planteamiento racional para eliminar la desigualdad."
Parece que la historia nos diga, una y otra vez, que cuando somos muchos, la única manera de organizarnos es establecer clases sociales y relaciones de poder entre las mismas, que se basarán en la desigualdad y la mantendrán en el tiempo.
Por el contrario, también necesitamos establecer alianzas con otras poblaciones, dado que difícilmente podemos producir y proveer a todos sin disponer de una red de transacciones más allá de nuestras fronteras. Siempre esa tensión, entre la violencia y la cooperación.
Carles, tú has estudiado la historia de la humanidad a través de los genes de los que vivieron antes que nosotros. ¿Qué crees que nos ha enseñado esta historia que se escondía en el ADN antiguo?
Pienso que por primera vez tenemos la capacidad de entender todo el proceso histórico de la desigualdad, desde la economía, la genética etcétera, y éste es un gran avance. Ahora sabemos que nosotros somos descendientes con más probabilidad de los que practicaron la desigualdad en el pasado, y siendo una idea difícil de gestionar, esta conciencia puede ayudarnos a repensar nuestro futuro.
"Ahora sabemos que nosotros somos descendientes con más probabilidad de los que practicaron la desigualdad en el pasado, y aunque sea una idea difícil de gestionar, esta conciencia puede ayudarnos a repensar nuestro futuro."
¿Crees que este conocimiento nos servirá para gestionar la desigualdad en las próximas generaciones?
Estoy convencido de que la desigualdad debe vivirse mirando al futuro, pero sólo se puede entender mirando al pasado.
Carles Lalueza-Fox en conversación con Pilar Rodríguez, responsable de comunicación del IBE.