Alzamos la voz para “Cerrar la Gráfica de la Tijera”
Alzamos la voz para “Cerrar la Gráfica de la Tijera”
Un entorno diverso e igualitario es clave para combatir la brecha de género en ciencia, pero para alcanzarlo necesitamos alzar la voz ante las actitudes discriminatorias en la academia. Según un estudio estadounidense de 2023, muchas de las científicas que han abandonado o considerado dejar la carrera investigadora lo hicieron debido a un ambiente laboral hostil, por encima de las dificultades de conciliación.
Este dato se alinea con algunas experiencias referidas por nuestras investigadoras en el IBE, quienes mencionan términos como Complejo de la Impostora, Boys Club y/o las disparidades entre disciplinas científicas según su experiencia en la investigación.
El ambiente laboral puede variar según el área científica y la cultura de trabajo
Elena Bosch, investigadora principal y subdirectora del IBE, y catedrática en la Universidad Pompeu Fabra, señala que la docencia sustrae tiempo de la investigación. “En mi caso, no llevo el mismo ritmo de investigación que alguien que solo se dedica a investigar. Aunque la investigación debe ser de alta calidad y nos evaluamos por ella, la presión seguramente es menor porque no es lo único que hacemos”. Sin embargo, tras una estancia predoctoral en Estados Unidos, Elena no se sorprende por las conclusiones del estudio, ya que en ocasiones observó una fuerte competencia en la investigación.
Elena Bosch, investigadora principal y subdirectora del IBE, y catedrática en la Universidad Pompeu Fabra
Por otro lado, Marta Álvarez, investigadora “ComFuturo” en el IBE, nos alerta sobre algunas áreas de la ciencia dónde todavía hay más presencia masculina. “He trabajado en taxonomía de invertebrados, un campo tradicionalmente dominado por hombres, donde muchas veces tienes que ‘demostrar’ que puedes hacerlo. Aunque en bioinformática sucede algo parecido, la creciente presencia de mujeres está generando un cambio positivo”, concluye Marta.
De este modo, la investigadora destaca la importancia de aumentar la presencia de mujeres científicas en estos campos tradicionalmente dominados por los hombres para cerrar la gráfica de la tijera.
Marta Álvarez, investigadora “ComFuturo” en el IBE
El ambiente en el laboratorio: el síndrome de la impostora y los “Boys Club”
Meritxell Antó, ha trabajado durante más de 11 años como técnica de laboratorio en un grupo de investigación y ha observado el síndrome de la impostora en muchas mujeres. “Nunca he observado el síndrome del impostor en un hombre, pero sí en muchas mujeres, entre las que me incluyo. A menudo he pensado: esta chica, que es válida, buena y trabajadora, ¿cómo puede sentirse así? Bueno, pues lo cierto es que pasa”.
Según un estudio de 2022, este síndrome podría afectar a muchas mujeres investigadoras, porque se da especialmente en los ámbitos dónde el éxito se asocia a la genialidad. Incluye bajo sentimiento de pertenencia y sensación de baja autoeficacia.
Meritxell Antó, técnica de laboratorio en el IBE
Las investigadoras del IBE apuntan a que este sentimiento podría verse reforzado por los Boys Clubs (Club solo para chicos), un concepto anglosajón que explica que en algunos ámbitos académicos, las oportunidades de colaboración, liderazgo y poder se distribuyen principalmente entre hombres.
Rosa Fernández, investigadora principal del IBE, ha sido testigo de ello en algunas ocasiones.
“Es algo que va cobrando importancia a medida que avanzas etapas. Cuando tienes que empezar a demostrar el liderazgo de tus propias ideas, de tu propio laboratorio, y necesitas empezar a formar parte de esos entornos donde se toman las decisiones. En muchas ocasiones te sientes excluida”.
Rosa destaca los beneficios de tener un laboratorio inclusivo y transversal. “En nuestro laboratorio, cerca del 80% somos mujeres, y no creo que sea casualidad. Estoy convencida de que tener una cultura inclusiva es altamente beneficioso”.
Rosa Fernández, investigadora principal del IBE
Cambiar el diseño para cambiar el resultado
Iñaki Ruiz-Trillo, investigador principal del IBE, señala que el diseño del sistema académico puede contribuir negativamente en su ambiente. “Lamentablemente, todavía existe una correlación positiva entre ser muy ambicioso y agresivo con el éxito reconocido en el mundo académico”.
El investigador aconseja reforzar las relaciones sanas en el entorno académico “Rodearte de colegas que compartan tus valores y no quieran formar parte de esta dinámica es clave”.
Anna Pérez, Gerente del IBE, cree que si el diseño de la carrera investigadora se diversificara, el tipo de liderazgo también lo haría. “Reconocer y promocionar otros perfiles complementarios al de Investigador principal, como el de técnico/a o gestor/a altamente especializado, permitiría aprovechar todo el talento disponible, enriqueciendo el sistema científico incluyendo nuevos tipos de liderazgo y capacidades.
“Cerremos La gráfica de la Tijera” en ciencia con una academia más inclusiva
Anna Pérez nos advierte de que “La actividad científica no es diferente de cualquier otro ámbito de la vida”: nuestra sociedad deja fuera a muchos colectivos y, por lo tanto, la ciencia también lo hace”. Por esta razón, llama a la acción “Para generar un cambio real, todo el colectivo debe defenderlo. No es algo que solo concierna a las mujeres, necesitamos también que los hombres se impliquen”.
Tal como apuntan las investigadoras del IBE, sí es posible generar un cambio en la academia científica, pero, ¿cómo? En el próximo artículo, exploraremos las medidas que la academia está adoptando para cerrar la brecha de género y generar un entorno más equitativo para todos.
Artículos referenciados
Spoon, K., LaBerge, N., Wapman, K. H., Zhang, S., Morgan, A. C., Galesic, M., Fosdick, B. K., Larremore, D. B., & Clauset, A. (2023). Gender and retention patterns among US faculty. Science Advances, 9, 2205. DOI: 10.1126/sciadv.adi2205
Muradoglu, M., Horne, Z., Hammond, M. D., Leslie, S.-J., & Cimpian, A. (2022). Women—particularly underrepresented minority women—and early-career academics feel like impostors in fields that value brilliance. Journal of Educational Psychology, 114(5), 1086–1100. https://doi.org/10.1037/edu0000669